Sé que esto que estoy escribiendo
es políticamente incorrecto, pero me importa tres pimientos, porque lo voy a
escribir de todas formas, porque me apetece y porque creo que últimamente estamos
perdiendo la cordura y nos estamos volviendo un poco gilipollas.
Estos días es noticia una vaca,
pero no una vaca cualquiera, no una de los millones de vacas que todos los días
se convierten en filetes o carne picada para hamburguesas, sino una vaca
especial, a la que incluso le han puesto nombre. Le han puesto el nombre de
Margarita, lo mismo es por aquello del sí o no.
La vaca Margarita es una vaca sin
amo, por lo visto, como los perros callejeros, que una vecina de Tortosa
alimentaba, hasta que un día los chupatintas del Departamento de Agricultura de
la Generalitat de Cataluña descubrieron a Margarita, que pastaba tranquilamente y tuvo
lugar la aparición, ¡Una vacaaaaa!. Una vaca pastando y en plan No me pises que
llevo chanclas se les vino a la mente lo de “che, che, los papeles del camión”.
En este caso el camión tenía el nombre Margarita, pero nombre sin papeles.
Como Margarita, no había tenido
quien la llevara al registro burrocratico que daban papeles para vacas, tomaron
una decisión un tanto drástica: ¡Que la maten!.
Pero he aquí que de pronto
aparecen los salvadores de vacas, bueno los salvadores de Margaritas, porque a
las demás vacas y terneras le pueden dar viento fresco.
Es que esta vaca es un animal de
compañía, como el famoso pulpo del anuncio, y se ponen a recoger firmas para
indultar a la vaca del sacrificio a través de la famosa plataforma Change.org,
como si no hubiese en el mundo problemas más gordos que la vaca Margarita, y he
aquí que todos los medios de comunicación, radios, periódicos, televisiones y
los twiters y facebooks se hacen solidarios con la vaca, con lo que se
demuestra que cuando el demonio informativo no tiene nada que hacer, mata
moscas con el rabo, se pusieron a redactar la noticia mientras se zampaban un Filete
mignon, de ternera o de buey, por supuesto no domestico, como si las demás vacas,
terneras o bueyes fueran salvajes, que las únicas vacas salvajes que conozco
son las palurdas del Coto de Doñana.
Claro que alguna solución habrá
que dar a la ya famosa vaca Margarita.
A mí me parece que como ya la han
adoptado los del Hogar ProVegan, pues manden ustedes allí a los veterinarios,
que la miren, que la analicen, que la inspeccionen, que miren que no tiene
ninguna enfermedad que pueda constituir un peligro y si es así que la dejen
tranquilamente donde se encuentra, que ya nos comeremos las hamburguesas de
otras compañeras con menos suerte.
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