Esta mañana me ha pasado una cosa
que me ha hecho darme cuenta de dos cosas:
Que la gente es más buena de lo
que nos dicen, casi por naturaleza y que yo soy un desastre.
Esta mañana he estado por la zona
de la Jara, Jaramar, Espíritu Santo, dando una vueltecita, haciendo algunas
fotos y meditando, ah y comiendo moras de zarza, sin lavar ni nada, de la
planta a la boca.
Cuando he vuelto me he ido al
mercadillo de los Gitanos, porque tenía que cambiar una cosa y comprar un
pijama, y cuando he ido a pagar me he dado cuenta de que no llevaba la riñonera
que suelo cargar en cintura con la cartera, el tarjetero, dos baterías de la cámara
de fotos, algún pen y poco más que unos cuantos objetos que en mi manía creo
que me dan suerte.
Señora, no me puedo llevar el pijama,
que he perdido o me han robado la cartera.
Ah, hijo no te preocupes, me dijo
una señora que seguro que tenía como veinte años menos que yo. Te lo llevas y otro día me lo pagas. Y lo primero ve a la Policía a poner la
denuncia.
No fui directamente a la policía,
sino que me fui a mi casa y cuando llegué me di cuenta de que no tenía llave de
la casa, que iba también en la riñonera, así que fui a buscar a mi madre, que como
todas las mañanas andaba como yo de vueltecita, pero por el barrio.
Volví a casa y cuando llegué me
dice mi vecina.
Antonio, ha venido un hombre
buscándote, y no había terminado de hablar cuando veo que se acerca un señor
con la riñonera en la mano.
¡Vengo corriendo, buscándote! Mira
a ver si te falta algo.
A mí, la verdad, me daba hasta vergüenza
mirar y desconfiar del hombre, pero el insistía, así que miré y por supuesto
que no faltaba nada.
Muchas gracias, no digo tu nombre
porque no se si te gustaría o no.
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