domingo, 31 de mayo de 2020

No lo creíamos ( VII )



No me gusta, nunca me gustó, lo simétrico. Debe ser una manía  pero  prefiero lo que sea asimétrico, lo que no sea cuadriculado, una manía como otra cualquiera, porque además me parece que hay más belleza en la desigualdad que en lo cuadriculado.
Con los números me pasa algo parecido, también tengo mis manías, no me gustan nada de nada los números pares, que yo soy de impares y  a final del año pasado recuerdo que a alguien le dije que no me gustaba nada de nada este 20 20, porque para mí era par tres veces.
Lo de los impares se vio potenciado cuando en un viaje a Italia, en los desayunos, la cocinera me traía, supongo que le caería yo bien porque sólo me lo traía a mí, una cesta de ciruelas pasas y me decía que cogiera las que quisiese, pero “Non par, sempre impar. Siempre impar. uno, tre, cinque. Sempre impar”. Así, medio italiano, medio español, y así todos los días.
Llega a tanto, la historia de los pares y los impares que si voy al cuarto de baño a lavarme las manos, tengo que darle un número par de veces al cacharrito del jabón, y ahora al alcohol de manos que utilizamos a todas horas. ¡Manías!

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