martes, 12 de agosto de 2025

Nadie es perfecto: Tarde de perros

Ayer por la tarde fue, como se suele decir, “una tarde de perros”. Bueno, quizá no tanto… mejor diré que fue una tarde porculera. Estaba yo en lo mejor de lo mejor de una película, bien a gusto y al fresquito, cuando —porque estas cosas siempre pasan así— mi proveedor de internet decidió mandar todo a hacer puñetas. Y no me refiero solo a la televisión (que la tengo por wifi), no: se fue la tele, se fue Internet y hasta el teléfono fijo. Todo, absolutamente todo, a freír espárragos.
Cogí otro teléfono y llamé para ver si podían solucionarlo. ¿Imaginan cuánto tiempo me tuvieron con el auricular pegado a la oreja antes de que alguien contestara? Nada más y nada menos que 28 minutos. Y para colmo, cada dos o tres minutos salía un mensaje grabado diciendo: “Todos nuestros operadores están ocupados, la espera será superior a 10 minutos”. Una y otra vez, como un bucle infernal.
Por fin, después de esos 28 minutos, una señorita me atiende. Empezamos a hablar y me dice: “Vamos a hacer una revisión de su línea…”. Y claro, si algo puede salir mal, saldrá mal: ¡se va la luz! En mi paranoia, llegué a pensar que ellos mismos me la habían cortado, pero no; resultó que se había ido en todo el barrio. Así que me quedé sin revisión.
Cuando por fin vuelve la luz, decido llamar otra vez. Esta vez, un contestador me dice que tenían problemas técnicos generales en toda la línea: televisión, Internet… todo. Y yo pensando: “¿Y por qué narices no me pusieron este mensaje la primera vez que llamé? Me habría ahorrado 28 minutos de teléfono pegado a la oreja”.
¿Que cuál es el proveedor? No lo voy a decir. Da igual. Porque todos, todos, todos son iguales: unos chusmas.

Nota: como había que ponerle algo de humor he decidido poner la foto de ese niño montado en el cochecito que ChatGPT, que ahora me ha dado por ahi y que ellos mismos titulan: Niño en carreta de burro.

Ah, se me olvidaba decir que ese niño soy yo.



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