No se si ustedes han estado alguna vez en Madrid, que es de imaginar que si, pero lo casi seguro es que no habrán estado en la capital de España en silla de ruedas.
Yo estuve la pasada semana y les aseguro que es casi, casi como irse de safari al Tanganica, por mucho que se empeñen en decir que tiene todo super mega adaptado.
En transporte ni se te ocurra montarte en el metro, porque como sólo están adaptadas algunas estaciones, puedes terminar seis horas después, donde cristo pego las tres voces, pero por supuesto no donde pretendías.
Lo de las tiendas y comercios de todo tipo es algo imposible. Yo que me quejaba de las entradas de los comercios de mi pueblo, ahora me encuentro con las de la capital del reino que en un noventa por ciento no tienen rampa, con lo cual o llevas un mayordomo que te ayude, o te pasas el día buscando gente que te suba y baje, cabiendo también la posibilidad de quedarte sin entrar en ninguna tienda. Por cierto, que en mi pueblo son un tanto por ciento más alto que en Madrid, y además con diferencia.
Hace un tiempo escribí un artículo sobre como intentar mear en Madrid, y ahora me encuentro que podríamos decir aquello de siempre nos quedará no París, pero si el Corte Ingles, porque son los únicos que tienen servicios medianamente adaptados.
Claro que ya el remate de los tomates fue el teatro, y es que Espe se creerá muy moderna, pero tiene algunos teatros en la Comunidad que parecen del tiempo de Lope de Vega.
Paseábamos por la Gran Vía buscando algún espectáculo donde entrar y de pronto vemos en el Teatro Príncipe Gran Vía, que ponían la obra Por los pelos, que interpreta entre otros Loles León.
Me gustó la idea de entrar y nos acercamos a la taquilla, que por supuesto tuve que mirar como si fuese la farola de mi calle, parriba, y antes de decirle a la persona que estaba vendiendo las entradas que me diese cuatro, pregunté:
- ¿Yo puedo entrar?.
- Creo que no, porque está esa escalera y a lo mejor otra más.
Miré a la entrada y por supuesto que ya no me preocupé de la “otra más”, porque la primera ya era lo suficientemente alta y empinada como para desanimarme, entre otras cosas porque ese día no se me había ocurrido llevar el gorro de alpinista.
En esas estábamos, es decir diciéndole al taquillero que no me diera la entradas cuando se le ocurrió pasar por allí a uno de los actores que protagonizan la obra, Roberto Carrecher, aunque ustedes lo conocerán más como Santi, de la teleserie Yo soy Bea.
- ¿Qué te pasa?
- Que iba a entrar y el taquillero me ha dicho que no podía entrar porque hay escalones.
- ¿Y se ha quedado tan pancho?.
- Pues si, pero que va a hacer el hombre. Los escalones están y no puede cambiarlos.
- Tenemos que hacer algo.
- ¿Qué podemos hacer?.
- No se, venga te bajamos entre todos.
Aunque en otro momento me hubiese parecido una idea genial, en aquel momento no me gustó en absoluto, porque me fijé que la escalera era lo suficientemente empinada como para darme terror.
- No, déjalo Roberto que lo mismo terminamos todos rodando por ahí y no quiero dejar a Bea sin uno de sus protagonistas.
- ¿Qué no hombre que te bajamos entre todos?.
Por allí andaba también, Norma Ruiz, Barbara, que también interviene en la obra y no me la imaginaba yo agarrando la silla pudiéndose romper una uña.
Al final tuve que insistir mucho ante Roberto, que en lo poco que hablé con el me pareció un tío genial, y dicen mis amigas que mas guapo que en la tele, le dijimos que bueno que no entraríamos, pero que se hiciera una foto con nosotros, cosa que hizo y desapareció.
De todas formas, aunque no pude ver la obra de teatro, muchas gracias a Roberto por el interés que puso. Roberto, ¿sabes una cosa?. Ahora me arrepiento de no haber montado un numerito llamando gente que pasaba por la Gran Vía para que me bajaran ellos, claro que eso no merece la pena si no se hace como forma de protesta ante una televisión. Mira podriamos haber llamado a los de QMD. No se si hacerlo...
Yo estuve la pasada semana y les aseguro que es casi, casi como irse de safari al Tanganica, por mucho que se empeñen en decir que tiene todo super mega adaptado.

En transporte ni se te ocurra montarte en el metro, porque como sólo están adaptadas algunas estaciones, puedes terminar seis horas después, donde cristo pego las tres voces, pero por supuesto no donde pretendías.
Lo de las tiendas y comercios de todo tipo es algo imposible. Yo que me quejaba de las entradas de los comercios de mi pueblo, ahora me encuentro con las de la capital del reino que en un noventa por ciento no tienen rampa, con lo cual o llevas un mayordomo que te ayude, o te pasas el día buscando gente que te suba y baje, cabiendo también la posibilidad de quedarte sin entrar en ninguna tienda. Por cierto, que en mi pueblo son un tanto por ciento más alto que en Madrid, y además con diferencia.
Hace un tiempo escribí un artículo sobre como intentar mear en Madrid, y ahora me encuentro que podríamos decir aquello de siempre nos quedará no París, pero si el Corte Ingles, porque son los únicos que tienen servicios medianamente adaptados.
Claro que ya el remate de los tomates fue el teatro, y es que Espe se creerá muy moderna, pero tiene algunos teatros en la Comunidad que parecen del tiempo de Lope de Vega.
Paseábamos por la Gran Vía buscando algún espectáculo donde entrar y de pronto vemos en el Teatro Príncipe Gran Vía, que ponían la obra Por los pelos, que interpreta entre otros Loles León.
Me gustó la idea de entrar y nos acercamos a la taquilla, que por supuesto tuve que mirar como si fuese la farola de mi calle, parriba, y antes de decirle a la persona que estaba vendiendo las entradas que me diese cuatro, pregunté:
- ¿Yo puedo entrar?.
- Creo que no, porque está esa escalera y a lo mejor otra más.
Miré a la entrada y por supuesto que ya no me preocupé de la “otra más”, porque la primera ya era lo suficientemente alta y empinada como para desanimarme, entre otras cosas porque ese día no se me había ocurrido llevar el gorro de alpinista.
En esas estábamos, es decir diciéndole al taquillero que no me diera la entradas cuando se le ocurrió pasar por allí a uno de los actores que protagonizan la obra, Roberto Carrecher, aunque ustedes lo conocerán más como Santi, de la teleserie Yo soy Bea.
- ¿Qué te pasa?
- Que iba a entrar y el taquillero me ha dicho que no podía entrar porque hay escalones.
- ¿Y se ha quedado tan pancho?.
- Pues si, pero que va a hacer el hombre. Los escalones están y no puede cambiarlos.
- Tenemos que hacer algo.
- ¿Qué podemos hacer?.
- No se, venga te bajamos entre todos.
Aunque en otro momento me hubiese parecido una idea genial, en aquel momento no me gustó en absoluto, porque me fijé que la escalera era lo suficientemente empinada como para darme terror.
- No, déjalo Roberto que lo mismo terminamos todos rodando por ahí y no quiero dejar a Bea sin uno de sus protagonistas.
- ¿Qué no hombre que te bajamos entre todos?.
Por allí andaba también, Norma Ruiz, Barbara, que también interviene en la obra y no me la imaginaba yo agarrando la silla pudiéndose romper una uña.
Al final tuve que insistir mucho ante Roberto, que en lo poco que hablé con el me pareció un tío genial, y dicen mis amigas que mas guapo que en la tele, le dijimos que bueno que no entraríamos, pero que se hiciera una foto con nosotros, cosa que hizo y desapareció.
De todas formas, aunque no pude ver la obra de teatro, muchas gracias a Roberto por el interés que puso. Roberto, ¿sabes una cosa?. Ahora me arrepiento de no haber montado un numerito llamando gente que pasaba por la Gran Vía para que me bajaran ellos, claro que eso no merece la pena si no se hace como forma de protesta ante una televisión. Mira podriamos haber llamado a los de QMD. No se si hacerlo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario