Que día he llevado hoy. Y lo digo sin
quejarme, no me quejo en absoluto, porque creo que todas estas actividades dan
vida, hace que no te acuerdes de nada, todavía no me he acordado ni un minuto,
que estás jubilado.
Me despierto a las ocho y a las nueve menos
cuarto en la calle, además como mi coche ha tenido la enésima avería, que bien
que se deberían aprovechar la empresa, porque les salió una mierda, una mierda
que a mí me es muy útil, pero en definitiva una birria.
Me aventuro a una nueva experiencia, para
probar, que es la de irme al centro en autobús. Y he aquí que el camino de mi
casa a la parada se convierte en unos momentos de miedo y de preguntas, que por
supuesto nunca hago en público: ¿Podré?. ¿Llegaré?. ¿Me costará mucho?.
Pues coño, claro que puedo, llego y no me
cuesta demasiado. Además tengo que reconocer que los autobuses, por lo menos
aquí, están bastante adaptados y la ayuda tanto de las personas que están en la
parada, como del conductor se ofrece en seguida.
Hoy quiero hacer en público otra cosa que no
suelo hacer casi nunca. Reconocer que en este momento, contrariamente a lo que
sucedía hace unos años cuando eres más joven, ahora no me molesta en absoluto
que me ayuden en aquellas cosas que no puedo hacer o que me cuesta algún
trabajo. Los tiempos de la soberbia pasaron, gracias a dios.
Ahora acepto, agradezco, sonrío y hasta doy
las gracias la ayuda de las personas, porque creo que es de muy desagradecido
no aceptar aquello que te dan con el corazón, pero pasemos a otro tema.

¿Saben que es lo que más me gusta de estar
jubilado?. El ritmo, y no me estoy refiriendo a nada musical, sino al ritmo de
vida que uno es capaz de llevar. ¿Qué me importa perder diez minutos en el autobús,
si no voy a ninguna parte donde tenga que hacer algo?. ¿Qué más me da pararme a
charlar media hora o tomar un café con un amigo, si no tengo prisa por llegar a
ningún sitio?.
Después de desayunar con los amigos, me voy a
dar una vueltecita por el Mercado y me compro una maceta de no sé qué planta
es. Sé que aunque no es planta de interior la voy a poner en mi habitación, se
que como mucho me durará dos o tres meses, o lo mismo no, pero me da igual, la
quiero a los pies de mi cama. A ver si mañana pongo una foto en Facebook y Tof,
Iris o Pulido me dan algunos consejillos o me dicen que estoy loco con poner
esa planta silvestre en mi habitación.
Ahora se me han antojado unos cactus, y alguien
me dice que traen mala suerte, y ya bastante tengo con tener que escuchar que
también lo son los peces de colores.
¡Voy a ir a la ortopedia!. No me lo pienso,
me voy a la parada de taxis para que me lleve a la ortopedia, porque ya lo de
subir al barrio alto en la silla sería como para que me de un infarto y tampoco
me apetece. La cuesta de Belén para matarme, el carril de San Diego con la cava
del Castillo incluida es de medalla de oro.
¿Qué para que me he ido a la ortopedia?. Pues
porque me voy a comprar una silla eléctrica, uno de ese escúter de cuatro
ruedas que iré alternando con la silla manual y que me permitirá no tener que
depender del coche para todo. Además que el que me voy a comprar tiene 35 Km de
autonomía, así que me permite ir donde me dé la gana. A partir de ahora
alternaré coche, escúter, andando y autobús, que me ha gustado la experiencia.

Por la tarde a las cuatro y media ya en la
calle, que hoy tocaba grabación del programa de la tele, de Pleamar Televisión.
Nuevamente en autobús para ida y vuelta, aunque esa tarde he descubierto una razón
para cogerlo: Me he leído 20 páginas en el libro electrónico para allá y 23 a
la vuelta. Se me ha pasado el camino en un periquete.
Bueno y voy a dejarles porque creo que hoy
les he dejado un relato demasiado largo para lo que me gusta hacer.
Todas las fotos que acompañan esta entrada han sido realizadas el día de hoy en Sanlúcar.
Todas las fotos que acompañan esta entrada han sido realizadas el día de hoy en Sanlúcar.
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