lunes, 10 de octubre de 2016

¿Inconsciencia o mala leche?

Hace unos años, unos pocos, estuve en Granada realizando un curso que ya ni me me acuerdo para lo que era, aunque tampoco importa ahora eso demasiado. Lo que si me acuerdo es que en ese curso hicimos un ejercicio que se suele hacer mucho en esas clases de actividades y que es bastante divertido, e incluso animo que en alguna reunión de amigos lo hagan porque se reirán un rato:
Se ponen todas las personas en un corro y la primera le dice en el oído una frase al segundo, que debe repetir al tercero y así sucesivamente hasta llegar al último. El juego termina con el primero diciendo en alto la frase con la que comenzó el juego y el último con la que terminó.
Les aseguro que si lo hacen mil veces, nunca tendrá nada que ver la frase que comenzó, con la que terminó. Las exageraciones y los inventos fluyen como el agua en un manantial.
¿A qué viene lo que estoy contando?.
A que hoy me he sentido igual que si hubiese participado en ese juego cuando he visto e incluso he seguido la que se ha liado en las redes sociales con la camiseta de la selección española, las mangas, la banderita y la madre que los parió a todos.
Un inconsciente pone una frase. Uno de esos inconscientes, que en las redes abundan como los jaramagos en primavera, pone una frase que cree, que imagina,   que conjetura, que sospecha o que se figura que es real, y a partir de este momento comienza la bola de nieve a hacerse grande, y ya no hay forma de pararla de ninguna forma, porque aunque te juren en arameo que lo que el primero dijo es mentira, nadie parece leer y prefiere echar más nieve a esa bola.
Eso pasa en las redes sociales todos los días, porque los inconscientes y los gilipollas son muchos, y lo estamos viendo a todas horas: Muertes inventadas, noticias falsas, insultos innecesarios, el yo he oído, que me han contado, que le han dicho, que le habían referido; por supuesto mentira, con MAYÚSCULAS.
Otra de las gracias que suele aparecer es el del titular escandaloso de hace seis o siete años, que se pone como si fuera de ayer, y que todo el mundo repite, entre otras cosas porque pocas son las personas que leen más del titular de lo que ven en Facebook, Twitter  o cualquiera de las redes sociales, porque entre otras razones porque si tuviéramos que leer todo lo que nos llega diariamente a nuestro muro, no haríamos otra cosa.
A mí, que el fútbol me importa tres pimientos, el futbolista habéis visto que ni lo nombro, y los nacionalismos casi menos que el fútbol, no llego a entender que se utilice los medios sociales para cebarse con nadie, como también ha pasado con el pequeño Adrián, que este caso aún me parece peor, porque por muy animalista que se sea no se puede desear la muerte a nadie, y mucho menos a un niño inocente.
Aunque yo no soy partidario de las censuras, si creo que a estas personas se les debería prohibir entrar nunca más en ningún tipo de redes y menos escribir o publicar en ellas, la vida es la vida.

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