Mirando por ahí, esta noche no
tengo sueño y tampoco lo que ponen en la tele es como para tirar cohetes, veo
que una chica muy graciosilla ha puesto un twit referido a Eduardo Madina, que
dice lo que sigue y que además reproduzco: “los cojos tienen muy mala leche,
eso es sabido”.
Alguna gente le recrimina lo
dicho, pero ella en lugar de rectificar se reafirma en otro twit.
Yo no sé a Madina, pero para mí
la palabra COJO no es ningún insulto y me parece una chorrada, tanto que mis
compañeros de San Juan de Dios en las quedadas suelen utilizar unas camisetas
negras donde pone “Yo soy cojo”, y es un poco provocativo y divertido, y si no
pongo una foto con ella es porque no tengo porque el día que las repartieron yo
no estaba, y se acabaron.
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Espero que mis compañeros de San Juan de Dios no se enfaden por poner esta foto |
Lo que no me creo es que la tal
Beatriz esa deducción la haya sacado de los estudios sesudos de ninguna
universidad, sino de la tontería y la gracieta estúpida, la gracieta, que
Beatriz no puedo decir, porque no la conozco, pero escrito en un twit a una
persona, queda cuando menos feo y ordinario, sobre todo porque lo dijo
intentando insultar.
Y esto me ha recordado una anécdota
que viví hace unos años cuando un compañero de un sindicato me pidió que le
echara una mano a una compañera suya que tenía un problema con su jefe y quería
los teléfonos de los medios de comunicación de Sanlúcar para denunciar el caso.
-Dile que me llame.
-Vale, yo le digo que te llame.
No tardó mucho en llamarme. Ni yo
la conocía, ni ella a mí y empezó a explicarme su problema y que necesitaba los
teléfonos para denunciarlo, y de pronto me suelta.
-Mi jefe es cojo y ya se sabe que
los cojos tienen muy mala leche.
A mí me entró la risa floja, pero
no dije ni pio. Seguí la conversación como si tal, pero ya sabía cómo iba a
comprobar la mala leche que podemos tener los cojos, sobre todo cuando se nos
pierde el respeto.
-¿Me vas a mandar la lista por
correo electrónico?
-Si, en un rato te la envío.
Pero lo que se me ocurrió fue
hacer una fotocopia a la lista e irme al lugar donde trabajaba la mujer y al
entrar en su despacho lo único que hice fue decirle:
-Hola, aquí te traigo la lista de
teléfonos para puedas denunciar al cojo.
Les aseguro que se puso de todos
los colores, le temblaba la voz. Por lo menos no intentó justificarse, porque
habría sido peor, pero al darle el papel hasta se le cayó al suelo.
-Hasta luego, cuando necesites algo me llamas.
No dijo ni adiós.
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