Si me lo hubiesen contado hace
unos meses, por supuesto que no me lo habría creído. No me lo habría creído
porque todos pensábamos que éramos dioses o semidioses, que teníamos poder
sobre el mundo, sobre la vida y sobre
las enfermedades. Por lo menos en lo que vanidosamente llamábamos el primer
mundo, que ahora se ha descubierto que
al famoso muro le importa muy poco el primero, segundo o tercero, ¡Os vais a
enterar!; le importa muy poco el dinero que tenga cada uno en el bolsillo, la
cartera, el banco o el paraíso fiscal.
¡Os vais a enterar!
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