miércoles, 7 de octubre de 2009

Radio Joven

Este artículito lo escribí y se publicó hace ya un montón de años. No recuerdo cuantos y lo quiero recuperar ahora, aunque es bastante simplón, porque lo he encontrado en uno de los montones de papeles antiguos que tengo por todas partes.
La foto es la misma que publicaba “Sanlúcar Informativo”.
Me piden los compañeros de "Sanlúcar Informativo" que les escriba unos folios sobre la radio. En un principio me lo pensé detenidamente y surgió en mi mente una pregunta. ¿Quién eres tú para escribir sobre un tema del que no conoces demasiado? Deja que sean otros con más experiencia los que se dediquen a estas historias. ¡Zapatero, a tus zapatos!.
Pero esta mañana me levanté y pensé que lo que debía hacer es contar modestamente esas vivencias de cuatro años en algo parecido a una emisora de radio, en Radio Joven.
Este artículo puede servirme como examen de conciencia de lo poco que he hecho ante el micrófono. ¿Por qué elegí la radio? Sinceramente creo que no fui yo quien eligió, sino que fue ella a mí. Un día me vi delante de un micrófono presentando un disco de Miguelito Bosé y el siguiente día con un programa de media hora. He de reconocer que me sirvió. Para mí fue ese clavo ardiendo al que se agarra uno cuando tiene demasiadas horas para pensar y ningún trabajo que hacer.
A pesar de que en la última etapa de Radio Joven nosotros cobrábamos una especie de sueldo, hay algo que tengo claro, nunca hice radio por dinero. A veces el aburrimiento, el estar asqueado, hace más que la falta de dinero. Al principio no sólo no cobraba, sino que le tenía que pedir a mi madre dinero para el autobús. Aunque, si he de ser sincero, no me arrepiento, para mí el tiempo vivido en la radio ha sido lo más importante de mi vida, en ella he pasado los cuatro mejores años, he sido feliz y no me importa reconocerlo.
¿Qué entiendo yo por un programa de radio?
Lo definiría en tres palabras: ilusión, alegría e imaginación.
La ilusión es imprescindible a la hora de estar delante de un micrófono, pero aún lo es más cuando se está delante de la máquina de escribir preparando un programa. La radio no puede ser fría en absoluto, hay que ingeniárselas para que todo lo que se diga tenga sentimientos, incluso la publicidad. Si esto no ocurre, nunca se llega al oyente.
La alegría es primordial. Al oyente que escucha un programa de radio no le interesa en absoluto si el que lo hace tiene problemas familiares o si le duelen las muelas. Todas las preocupaciones personales se deben dejar fuera del locutorio. Esto, que puede parecer imposible y cruel, no lo es. Cuando se está delante del micrófono sólo se acuerda uno de las personas que están escuchando el transistor.
Quizás la imaginación sea el pilar más importante sobre el que se sustenta todo buen programa de radio. Imaginación para que el oyente vea, sienta, viva lo que se le está contando.
Como digo, para mí, el éxito de cualquier programa de radio radica en estas tres palabras, pero también añadiría dos más: veracidad y naturalidad. Nadie soporta que se le engañe o que se le trate de manipular.
En cuanto a la naturalidad, me gustaría contar una anécdota que me ha ocurrido más de una vez. Alguna persona me ha parado por la calle y cuando han hablado un rato conmigo, han comentado. «Oye, pero si tú hablas por la radio igual que en la calle». Qué le voy a hacer, si no sé hacerlo de otra forma. A esta frase suelo contestar medio en serio, medio en broma con otra. «Sí, yo hablo igual en la radio y en la calle, pero en la radio no digo tacos». Los oyentes captan enseguida, aunque no lo parezca, cuándo se está fingiendo.
Otra de las preguntas que surgen en mi mente es ¿qué era Radio Joven?. Esto ya es más complicado de contestar, se han oído tantas versiones, comentarios y rumores que no me aclaro. Por no saber, yo creo que ni los que estábamos en ella sabíamos muy bien lo que era. Cada uno tenía una idea diferente de lo que era un programa de radio. Esto no significa que unos estuviésemos equivocados y otros no. Significa que la radio para cada uno es algo totalmente diferente.
Lo único cierto es que pasamos cuatro años maravillosos, con nuestras alegrías, nuestras tristezas, nuestros problemas y nuestras vivencias. Pero aquello pasó y creo que no es bueno vivir siempre pendiente del pasado o intentar resucitar lo muerto. En esta vida hay que continuar la andadura, no podemos pararnos en el camino o corremos el riesgo de ser atropellados por el carro de la nostalgia o la desesperación.
Para terminar me gustaría contar algunas anécdotas vividas en Radio Joven; con ellas comprenderán un poco mejor lo que era realmente.
Si tuviera que comparar a Radio Joven, lo haría con una de esas carrozas de carnaval, divertidas y con un largo recorrido. Lean si no el nuestro: salida, no recuerdo dónde; calle Pirrado, calle Diego Benítez, Rubiños, volvimos a Pirrado, Alto de las Cuevas, Bonanza, calle Fariñas y recogida en calle San Agustín. Pasamos por todo tipo de lugares, desde una buhardilla de tres por cuatro metros, en donde no había ni servicios, hasta una casa maravillosa, con un patio lleno de macetas y que dicen que fue de no sé qué virrey. Pasando por un cuarto que cuando llovía había que hacer radio con impermeable puesto o una casa en el campo en donde a un maravilloso pastor alemán sólo se le ocurría ladrar cuando estaba el micrófono abierto. ¡Todo un portento!
Algo intrínseco a Radio Joven eran las bromas que nos gastábamos unos a otros, sobre todo Luis Vázquez, José Antonio Hernández y un servidor. De vez en cuando nos hacíamos cosquillas cuando teníamos el micrófono abierto, nos tirábamos papeles o pintábamos la cara al que estaba delante del micro. Claro que el que era objeto de las bromas debía permanecer impasible mientras estaba en micrófono abierto e intentar que los oyentes no notasen lo que allí ocurría.
Recuerdo un día que Luis estaba dando en directo una publicidad, en un momento de la cual debía decir algo parecido a «Aluminios el Cubo. Ahora, más cerca de usted». Bueno, pues a José Antonio no se le ocurrió otra.cosa que poner un cubo en la cabeza de Luis mientras lo decía.. Por cierto que aquel día Luis se enfadó terriblemente, pero lo de Aluminios el Cubo lo dijo perfectamente con cubo y todo.
Mientras viva no se me olvidará la primera entrevista que hice en Radio Joven. Creo que siempre he tenido demasiado valor o he sido demasiado inconsciente. A mí no se me ocurrió, como hubiese sido lo normal, hacer una entrevista de tres o cuatro minutos, sino que comencé con una de hora y media todos los viernes de doce a una y media de la madrugada. Claro que como, además de un inconsciente, soy un desastre, no se me ocurrió preparar ni siquiera un guión, sino que fue improvisada, porque en aquel tiempo yo pensaba, estúpido de mí, que las entrevistas salían mejor de una forma improvisada y natural.
Llegó el primer viernes de programa y con él, el invitado. El primero debía ser el Alcalde, pero como estaba de viaje, fue José Antonio Sáenz de Baranda. Si quieren que les cuente cómo salió la entrevista, soy incapaz. Yo estaba bastante preocupado con el sudor que corría por todo mi cuerpo y con los temblores de las manos como para fijarme en las preguntas. Imagino que el Sr. Sáenz de Baranda notaría algo raro, yo por si acaso nunca le pregunté.
A la mañana siguiente llamó una señora diciendo que la entrevista había estado bien, pero que se me notaba algo nerviosillo. Yo, por supuesto, no contesté. Luego pasaron por el programa José Luis Medina, Isidro García del Barrio, Duquesa de Medina Sidonia, Antonio Aviles, Ramón Rivero y algunos más, y desde entonces tuve la precaución de llevar siempre las pregun-titas apuntadas en un papel, porque ustedes no se imaginan lo que dura hora y media.
Ahora, después de cuatro años, sigo preguntándome: ¿Quién me diría a mí que las entrevistas improvisadas y sin guión salen mejor?
Podría continuar contando anécdotas, pero el espacio se acaba y ya tendré tiempo de contárselas otro día si nos vemos o si, por lo menos, nos escuchamos.


1 comentario:

Yolanda dijo...

uy antonio que tiempos aquellos de la radio yo era una niña pero me acuerdo con luis vazquez, jajajaj que tiempos aquellos...