![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnV6uZrUlKjRThHJLPaFiVr-whnhuzbbYsHgL6eA2FYaz45K31bhaB5wuSSDf5wh9H73OwoVXHIRJKCLnYhcWbDkMvYM4_i-xCNve1yYpwoQYfxK6bOwoCxFIj4KxYMdx-J34icACvdK4/s400/hospital+de+mora.jpg)
Ya les conté hace unos días mi paseo sabatino
por Cádiz, pero hoy, que tengo ya también la foto que adjunto, les quiero
contar una historia un poco triste, pero que hoy recordada después de los años
ya ni siquiera me hiere, me molesta e incluso me apetece compartir.
Esta historia comienza hace por lo menos
cincuenta o cincuenta y creo que es el recuerdo más antiguo que tengo de mi
vida, el primer recuerdo que tengo claro.
En esa época tendría yo como dos, tres o
cuatro años, no estoy completamente seguro. Los médicos habían recomendado a
mis padres que me hicieran algún tipo de terapia, operación o no sé qué puñetas
y no tuvieron más remedio que ingresarme en el Hospital de Mora de Cádiz.
Aquí quiero hacer un inciso para decir que
después de aquello habré ido a Cádiz cientos de veces, pero hace como seis o
siete años fui a un acto que se celebraba en el antiguo Hotel Atlántico, y
antes de entrar al mismo nos dábamos un paseo por la zona, cuando de pronto me
percaté de algo que nunca me había fijado y se lo dije a mis compañeros.
- ¿El Hospital de Mora no da directamente al
mar?
- ¿Cómo al mar?. No lo ves.
- No, es que yo pensaba que la pared del
hospital daba directamente al agua, vamos que el agua pegaba en la pared.
- Tú estás loco. No ves que está bastante lejos.
Entonces les conté a mis compañeros que yo
había pasado un montón de veces y nunca me había fijado en el detalle, pero que
yo pensaba que pegaba la pared al agua porque cuando era pequeñito, estuve
ingresado en ese hospital y que no dejaban a mi madre que estuviera conmigo,
sino que tenía que quedarme solo, con lo que os podéis imaginar la que liaba yo
porque quería que viniese mi madre. Lloraba, lloraba y lloraba, como es normal
en un niño de muy poquitos años.
Yo lloraba y recuerdo que por las tardes,
recuerdo que era al atardecer, aparecía una de las monjas que había en el
hospital y me consolaba de una forma un tanto extraña:
- ¿Te vas a callar?. Ten cuidado que como no
te calles te meto en un saco y te tiro por la ventana al agua.
De ahí que mi imaginación hiciera que pensara
que la pared del Hospital de Mora diese directamente al agua y no descubriera
que no hasta muchos años más tarde.
- Eso te lo han tenido que contar, porque un
niño tan pequeño no puede acordarse de esas cosas.
- Pues no. No me lo ha contado nadie, entre
otras cosas porque allí aparte de la monja y yo no había nadie más.
Pasados los años, vuelto a Cádiz, pasando por
delante del Hospital de Mora no pude por menos que hacerme una foto delante del
mismo, que como dije antes, ahora ni me afecta e incluso me divierte hacérmela.
Cuando termino de escribir este artículo le
pregunto mi madre que cuando estaba ingresado en el Hospital de Mora tenía tres
años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario