Esta mañana he leído en las redes sociales que Rocío Carrasco, en su docunoseque, que ya llaman la bienpagá. Ah, digo que he leído en las redes porque a mi no se me ocurre pagar ni una de las antiguas Perras Gordas por ver uno de esos programas lacrimógenos bien pagados, ha dicho que las relaciones entre su padre, Pedro Carrasco, y ex marido, Antonio David, eran malas. ¿Como quería que fueran?. Eso lo sabíamos todos y no se nos ocurre hacer ninguna docuserie.
Supongo que todas las relaciones entre un suegro y un ex yerno son malas, o como mínimo de malas a peores, pero viendo esas entradas en las redes me he acordado de una vivencia que viví personalmente, que no me la ha contado nadie.
Tendría yo unos diecisiete o dieciocho años y estaba en casa de un amigo, en el patio y allí mismo estaban la madre y dos tías de mi amigo rezando el rosario. Una de ellas mientras rezaba leía el ABC e iba comentando los titulares. Otra daba vueltas, rosario en mano poniendo los cuadros derechos, y la tercera leía el Hola e iba haciendo entre avemaría y avemaría comentarios sobre los personajes del corazón.
- Oye, mira que guapa esta la Presley en esta foto, padrenuestro que estas en los cielos…
La que leía el ABC tenía una hija que estaba separada, y la verdad es que no debería querer mucho a su yerno Pepe, porque de pronto al ver en el periódico una esquela mortuoria dice.
- María, mira que buena muerte para Pepe.
Y siguió rezando el rosario.
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