Sube uno la cuesta de Belén, que ya de por si es un poco coñazos, no por no por la empinada, que el scooter, silla eléctrica, la sube perfectamente, porque me han dicho que como es un vehículo de un tiempo o no se que..., pues la sube perfectamente.
Pero el tostón son los chinos, las piedras que te dejan los riñones destrozados, pero bueno, como es para que esté bonito, como es porque es antiguo, se aguanta uno y lo sube. Pero he aquí se llega casi arriba, y digo voy a meterme por aquí, por un rebaje que hay para subir hasta la antigua Merced y salir por el otro lado, y así pues menos tostón.
¡Pues no!. No, porque como el rebaje no está pintado amarillo y cómo hay un coche en medio pues no puedo subir, que le vamos a hacer. Como puedo pego un salto y medio me caigo con silla incluida, pero subo. Sigo para adelante, pero claro ahora hay que bajar, porque resulta que la acera es pequeñita y no puedo llegar hasta el final porque hay árboles en medio, que tampoco me quejo porque llevan ahí muchos años.
Como yo sabía que antes de llegar a los primeros árboles hay un rebaje he utilizado algunas veces para allá que me voy, pero ¡sorpresa!, resulta que donde está el bajante, que incluso está pintado de amarillo y todo y se supone que no se puede aparcar, pues es se supone, porque hay allí perfectamente mal aparcado un coche. Un coche al que el dueño le ha importado tres pimientos el rebaje, la señal, la pintura, y la madre que lo parió.
Pues nada, a dar la vuelta y a medio matarme otra vez por el sitio que había subido, y a seguir por los chinos, que nadie es perfecto.
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