domingo, 11 de mayo de 2003

Un paquete de pipas

Esta es la historia de cómo algo tan trivial como puede ser un paquete de pipas de girasol llega a convertirse para una persona discapacitada en toda una aventura y si no tienes los nervios de acero en un motivo de cabreo infinito.
Tengo la costumbre de todas las noches, antes de acostarme comer algunas pipas de girasol mientras veo la televisión. Antes era chocolate, hasta que me di cuenta que los kilos llegaban de una forma mas rápida de lo que yo quería. No me digan que las pipas de girasol también tienen calorías y engordan, porque yo pienso seguir comiéndolas.
El sábado por la mañana salí a comprar el periódico, a desayunar y a pasear un ratito y cuando ya volvía a casa me acordé que se habían acabado las pipas de girasol y tendría que comprar algunas para esa noche. Así que como el lugar donde las compro habitualmente esta un poco apartado me dirigí a uno de esos grandes supermercados que esta cerca de casa. Entré y me puse a buscar por entre las estanterías hasta encontrar el lugar donde se encontraban las bolsas de pipas. ¡La cagamos!. ¡Peligro, peligro, peligro, estantería alta!.
Si, los supermercados, como todas las cosas están hechas para las personas que están a más de metro y medio de altura y como ya dijé alguna vez, por lo visto la sociedad aun no se ha dado cuenta que es más fácil agacharse que estirarse.
Me acerco a la estantería donde se encuentran las pipas, intento llegar, pero por dos centímetros no es posible. Llego casi a la caja, pero no puedo coger una bolsa. Me estiraré un poco. Parece que llego. Tiro de la caja para poder alcanzar la bolsa y ¡Coñooooo!. A tomar viento fresco la caja de bolsas de pipas. Todas caen sobre mi y por el suelo y pierdo media hora recogiendo bolsas de pipas que además he descubierto que son las que no quería porque estas son con sal y yo las quiero sin sal.
Entre el ruido de la caja al caer y mis maldiciones se ha acercado una de las dependientas que me pregunta que si me ocurre algo.
- No, simplemente que no llegó a donde tienen ustedes las bolsas de pipas.
- Espere yo se las doy.
- ¿Y no les parecería mejor ponerlas un poquito mas bajitas?. Porque si en vez de una bolsa de pipas llega a ser una coca-cola termino en el hospital.
La verdad es que ella me dio las pipas y se marchó pensando que yo era un poco impertinente y porque no le avisaba, pero puede estar segura que el próximo día que necesite pipas de girasol volveré a cogerlas de nuevo como pueda y si se caen, en el suelo se quedarán.
Algunos que lean esta historia pensarán que soy un poco exigente y estoy un poco chiflado, pero eso lo piensan porque no han tenido que pasarse la vida sin poder hacer todas aquellas cosas cotidianas que quiere porque a nadie se le ocurre que existan personas que no llegamos a mas de metro y medio.
Supermercado donde me ocurrió el incidente: SUPERMERCADOS DIA.

No hay comentarios: