
Hoy quería compartir con todos vosotros,
porque se supone que esto es un blog donde de vez en cuando desnudo un poco mi
alma sin ningún pudor, ¡sólo el alma, eh!, lo que se supone que será una nueva
etapa de mi vida. Comienza una nueva vida, una nueva forma de vivir y comenzó
ayer a las dos y media de la tarde cuando algunos compañeros de trabajo y
amigos, y algunos amigos compartimos unas horas de lo que se suele hacer en los
momentos alegres: convivencia, comida, bebida, risas y recuerdos, muchos
recuerdos de veinticinco años. Aunque no llegaron a conseguir que llorase, que
faltó muy poquito y algún puchero salió, pero siendo sincero las lagrimas
aparecieron a partir de las dos de la noche cuando caí en la cama y fueron
volviendo los recuerdos del día, los recuerdos de veinticinco años. Las vivencias
que después de que se fueron todos fueron llegando a mi mente con la
tranquilidad de un plato de sushi en compañía del último mohicano del día,
Eduardo, y un cubatita, sólo uno, antes de irnos cada mochuelo a su olivo. Pero
esas lágrimas en soledad eran de felicidad.
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El último día en el puesto de trabajo |
Manolo, no puedo poner aquí los nombres de
todos como tú me has dicho 30 veces, pero se va a hacer muy largo y ya aburro
bastante con mi relato como para terminarlo con una lista de nombres.
Estas letras quiero que sean el
agradecimiento a todos por esas palabras que no dije ayer, que la verdad es que
se me da mucho mejor teclear en el ordenador que hablar delante de la gente, aunque
sean amigos y me negaba a leer un papel. Además me alegro que no hubiese
discursos grandilocuentes contando lo maravilloso que es uno, que cada cual es
cada cual y como decía Javier cuando ya nada más que quedábamos los últimos de
filipinas viendo la bonita puesta de sol de la tarde, lo que más me gustó del
día fue la informalidad con que estuvimos todos, nada de encorsetamientos y
hasta el sol vino a dar calor cuando le dio la gana.
A todos gracias y ahora ya sabéis a dar el
tostón por las oficinas protestando, ir a darle de comer a las palomas, ¿verdad
Baldomero?, y a ir el día veintitantos a la puerta del banco a las siete de la
mañana.
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Ya aqui casi ejerciendo de jubilado |
No. Esos son los tópicos divertidos que me
gusta contar, pero espero ahora hacer muchas cosas más, aunque estoy convencido
que me va a faltar tiempo porque creo que a partir de hoy me voy a dedicar más
a disfrutar de esas gafas de sol que me habéis regalado, que del “peluco” de
lujerio que llevaré en la muñeca, aunque prometo no hacerle mucho caso.
¿Sabéis cuando me voy a dar el lote de
llorar?. Cuando comience a leer esas frases que habéis puesto en el libro que
conservaré con todo el cariño del mundo, pero coño, ni que fuera una comunión.
No quiero escribir más que creo que me estoy
poniendo más almibarado que esa tarta de chupes que me regalasteis ayer, que no
pude comer pero da igual, con ese 0 de inicio de una nueva etapa.
Comienza un nuevo tiempo, y con otros
tiempos, aunque todavía me encuentre como se suele decir como un perro sin amo.
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Es que son 25 años de alegrias, vivencias, convivencias |
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25 años tambien con momentos duros, que no debemos olvidarlos tampoco |
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25 años de vernos todos los días |
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Ni el jefe soltó discursito |
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Mora, como te hicieron entregarme la tarta de chuches, que ninguno de los dos podemos comerlas |
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Nano, no te preocupes que prometo asistir a la tuya, aunque falten 15 años |
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Y el último en irse no fue el Sol |
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