Hace unos días he leído y he oído
a Benicio Alonso, ex consejero canario y miembro del PP de Tenerife dirigirse
al diputado del PSOE y posible candidato a la Secretaría General de ese
partido, Eduardo Madina como “el cojito de la ETA”.
A mí, que no me dan en absoluto
ningún miedo las palabras, que estoy acostumbrado a toda clase de expresiones e
impertinencias, y que incluso he visto mis como mis compañeros de San Juan de
Dios, en una quedada se ponían una camiseta negra con la leyenda “Yo soy cojo”,
y si yo no me la puse fue porque no quedaban más camisetas, con lo cual se entenderá
que no son las palabras lo que me ha molestado sino que detrás de la expresión
iba toda la mala leche del mundo y el intento de joder y putear.
Le quiero decir al señor, Benicio
Alonso, que puesto a calificar digo que él es feo y el nombre también feo, que
la única palabra que me jode, que me molesta, que me revienta es la que él ha
utilizado, el diminutivo “cojito”, por lo que denoto en ella de prepotencia, de
falsa lástima hacía una persona que seguro que tiene menos motivos para la
lástima que el mismo.
Me parece totalmente absurdo que
para el señor Alonso, no pongo Benicio porque es un nombre mu feo, lo único
relevante de Eduardo Medina es que es “cojito”, no cojo, sino “cojito”, el
pobrecito. No se fijó el señor Alonso, ¿o no pongo señor?, que Eduardo Medina,
tiene un nombre y además es diputado socialista, secretario general del Grupo
Parlamentario Socialista, licenciado en Historia, tiene un master en
Integración europea por la Universidad del País Vasco . Ha trabajado como
técnico en el Parlamento Europeo, ha impartido clases en diferentes
universidades europeas y en la actualidad es profesor asociado de Historia Contemporánea
en la Universidad Carlos III. Claro que
como esto lo he buscado en Wikipedia a lo mejor todo es mentira, y la única
verdad es la de Alonso, y lo demás no
tiene importancia.
Cuando ya tenía medio escrito la
mitad de esta entrada me acordé de un profesor de música que tenía en la Ciudad
de San Juan de Dios, Rafael Moreno Tello, desgraciadamente fallecido hace unos
meses. Él un día nos contaba una anécdota que a mí no se me ha olvidado nunca.
Contaba Rafael que un día se encontraba tomando un café en un bar, y en la mesa
de al lado había una madre con un niño de siete u ocho años. El niño decía a la
madre: Mira mama, un cojo. Lo dijo una vez, lo dijo otra, y lo repitió siete
veces más, hasta que Rafael, cojo, pero ya con los cataplines hinchados le dijo
fuerte para que lo escuchara también la madre: Niño, cojo no. Se dice cojonudo.
Por lo visto la señora pilló una
carrera que no se terminó ni el café.
Pues a lo mejor a ese Benicio,
que nombre más feo, habría que decirle: Cojo no, cojonudo.
Nota: Espero que a mis compañeros de San Juan de Dios no les haya importado que ponga esta foto.
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