Mi afición por la copla nace
cuando hace ya un montón de años me encargan en la radio que haga un programa
matinal de tres cuatro horas, que ya son horas, y entre las secciones debía
tener una que estuviese dedicada a las coplas. En un principio me pareció una
barbaridad, un sinsentido que hiciese algo que no me gustaba, pero después de
unos días le fui pillando el punto y terminé amando la copla e incluso en
aquellos años tuve alguna discusión con alguna persona que decía ser muy de
izquierdas, aunque más tarde terminó en la derecha, porque decía que yo hacía
un programa de música franquista. Después, cuando todos descubrimos la copla,
cuando vimos que la copla era una música y no una ideología, y que hubo
cantantes de coplas de derechas, pero también los hubo que sufrieron la
derecha, esas mismas personas terminaron escuchando a Carlos Cano cantando
Maricruz.
En ese tiempo yo escuchaba en
Radio Nacional los sábados por la mañana un programa de coplas que presentaba
Hilario López Millán, que de coplas sabe tela, y me hacía mucha gracia porque
siempre comenzaba el programa con mucho humor con una frase que me gustaba
mucho: ¡Qué miedo, saber tanto!.
Con el tiempo yo fui asumiendo
esa palabra, pero no sólo para la copla, sino que la suelo utilizar para todo,
sobre todo en política, en política sanluqueña también, porque la naturaleza,
que no me dio otras cosas, si me ha dado una memoria privilegiada y el haber
estado durante cerca de treinta años dentro de la Casa Grande, me ha permitido
tener muchos, muchos datos, y cuando escucho algunas cosas me entra la risa
floja al pensar la memoria tan frágil que tienen otros y suelo decir esa frase
de Hilario López Millán: ¡Que miedo, saber tanto!.
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