En el periódico El País leo un
artículo dedicado al pivot y comentarista deportivo Sitapha Savané, que cuenta
que antes de la retirada se dijo: No tengo de dejar ningún resquicio a la
nostalgia, y la frase me recordó algo que pensé antes de jubilarme.
Pensé que no debía tener ni un
minuto para acordarme de mi vida anterior, y mucho menos tener añoranza, porque
de hacerlo no sería feliz.
Debía buscar actividad para todos
los días siguientes al día después o me convertiría en un viejo sentado en el
sofá viendo la televisión y sesteando todo el día.
Así que el primer día después de
la jubilación ya comencé mi vida de no hacer nada que no estuviera totalmente
programado, dentro de la no programación. ¿Me explico?
Escribiendo estas letras me doy
cuenta que me falta tiempo y lo único que me fastidia es lo rápido que pasan
las horas y esto lo escribo una mañana de lluvia, una de esas mañanas que rompo
mi actividad ordinaria, que debo suplir por una mochila con un libro, tres
revistas de historia, un bloc y un bolígrafo, que aunque tenga móvil, portátil
y tablet, como se escribe con un bolígrafo BIC naranja, que ¡Escribe fino!, no
se escribe en ningún tiesto con teclas, porque con el bolígrafo en la mano
parece que me cuesta menos pensar y las ideas fluyen mejor.
Así que hoy habrá unas cuantas
páginas más.
Nota: Esta foto se corresponde al día de la jubilación
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