martes, 2 de noviembre de 2010

¡Que tarde, picha!

A primeros de septiembre traía el periódico El País una promoción que se llamaba creo que El carro de las marcas. Era una de esas cartillas que por juntar veinte puntos del periódico te regalaban una cesta de la compra.
Como las cosas están que cuanto más le regalen a uno mejor y parecía interesante llevarse un carro de la compra, que tampoco estaba tan lleno como el que se ve en la foto, me puse a juntar puntitos, enviar mensaje por el móvil y a esperar la respuesta que llegó la semana pasada: "Puede usted ir a recoger su cesta los Días 1, 2 o 3 de noviembre a Hipercor Jerez".
Hasta aquí todo bien, bueno quitando que se me habían perdido tres puntos y me tuve que poner a buscar por toda la casa como un loco, porque servidor no tiene la buena costumbre de ponerlos todos juntos, sino uno en una taza, otro en un vasito, cuatro en el cajón, dos en la cartera, vamos un desastre, pero cuando ya los tenía todos pegados a la libreta quedé con un amigo para ir a recogerlo.
- Vamos, nos tomamos un cafelito, pillamos la cesta y nos venimos.
¡Y un jamón!.
Cuando llegamos allí me presenté en información, le di mi cartilla y después de un rato me dice la chica.
- ¿Trae usted un bolígrafo?.
-¿Un bolígrafo?. ¿Para qué?.
Pronto descubrí que el bolígrafo sería imprescindible si no quería trasnochar allí, que lo de recoger el carro de la compra no iba a ser precisamente coser y cantar. No. Me dieron la cartilla, yo busqué un bolígrafo y me explicó que los cincuenta productos debería encontrarlos por los pasillos y las estanterías del Hipercor. Vamos, como si fuese una gincana.
Después de descomponérseme el cuerpo, le pregunté a mi amigo, ¿por donde empezamos?. Porque creo que esto va a ser una labor de micos.
- Por lo pronto a hacer puñetas el café - Me dijo.
Y ahí que nos ves de pasillo en pasillo.
- ¡He encontrado una lata de tomates!.
- ¿Donde coño están las pilas?.
Porque claro, las pilas no podían ser de una marca cualquiera, sino que como el nombre de la promoción decía, era de la marca que ellos indicaban, pero no sólo la marca sino que también el tamaño y las características, con lo cual aquello era una locura.
- ¡Ya tenemos cinco!.
- Y llevamos media hora, así que como nos quedan cuarenta y cinco podemos terminar durmiendo aquí esta noche, porque yo te aseguro que yo sin mi carro no me voy.
- Mira, esa señora parece que también esta buscando lo mismo. Vamos a preguntarle por algún producto.
Miramos el carro de la señora y vimos que llevaba cuatro o cinco productos más que nosotros, así que le preguntamos y nos dio algunas pistas sobre varios productos.
Habíamos entrado a las siete de la tarde, sin tomar café, eran las ocho y cuarto y nos faltaban tres productos del carro, tenía la cabeza como un bombo de buscar y encima me estaba meando a chorros y no podía salir al servicio.
- Falta la mermelada con miel.
- ¿Mermelada con miel?. Pero si en mi casa casi todos tenemos azúcar y no podemos comer esas cosas. Anda deja ya de buscar y vámonos a la caja.
- No, que seguro que nos dicen que el carro debe estar completo. Voy a preguntarle otra vez a esa señora.
¡Por fin en la caja!. Pero claro, ahora venía la prueba del nueve, porque se trataba que todos los productos coincidieran con lo que dijera el ordenador de la cajera, que como era de esperar no coincidía.
- Esta no es el agua. Ha traído Bezoya y es Font vella.
Pues nada, a por el agua indicada, otra vez a los pasillos gincaneros.
Claro que como dice la ley de Murphy si algo va mal, siempre existen muchas probabilidades de que empeoren, y claro en este caso el tal Murphy no podía equivocarse.
- ¡Los huevos!.
- ¿Los huevos de quien?- contesté yo ya medio histérico.
- No, es que hemos cogido un paquete de huevos que están rotos.
Otra vez a los pasillos. Las nueve menos veinte cuando la señorita de la caja nos despide con una sonrisa y supongo que pensando que estaba ya de los carros de la compra hasta la peineta.
- ¿Quieres un café?.
- No podemos. Se van a derretir los helados.
- Mira, sabes lo que te digo, que a la mierda los helados. Ahora mismo abrimos la caja y nos los comemos aquí.
- El azúcar.
- Pues abre la caja y te comes uno o dos, nos vamos para Sanlúcar y si un día de estos te digo que me acompañes a buscar un carro de la compra te pido por favor que me des un manotón y partas la cartilla.

Nota:  Agradezco la promoción, que un carro de la compra es un carro de la compra, y uno quiere ser bien nacido, pero les aseguro que tampoco estaba tan lleno como el de la foto.

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