Ver las imágenes en televisión de Rocco Dubiel, el niño de tres años que fue cacheado de forma cafre, sin sentimientos, sin escrúpulos y sin conciencia en el aeropuerto Internacional Midway, en Chicago, a pesar de ir en una silla de ruedas me ha hecho cabrearme, tener ganas de mandar a la mierda a un montón de gente que lo hacen, que lo permiten y que lo ordenan. ¿Tanto trabajo les costaba a los señores sentar a al niño en una silla, que lo sentara el padre y ponerse a registrar hasta el día del juicio final por la tarde la silla?. ¿Donde puñetas iba a llevar ese niño las armas, los explosivos o lo que buscasen?.
Yo, que voy en una silla de ruedas, he decidido hace ya bastante tiempo que nunca viajaré a Estados Unidos, porque me temo que entre que uno es un poquito oscuro, con pinta de sudamericano y encima en silla de ruedas, que parece ser que es un arma de destrucción masiva, corro el peligro de quedarme en el aeropuerto mas de días de los que vaya a viajar, y como comprenderán no es plan. Tampoco crean que me ha apetecido mucho nunca.
Pero este video me ha hecho recordar una anécdota que viví en primera persona y que fue la que me hizo decidir que EEUU era muy peligroso para mí.
Fue hace unos años, no recuerdo cuando, decidimos unos amigos ir a Praga, una ciudad que por otro lado me pareció preciosa y en la que disfrutamos mucho. Comenzamos nuestro viaje en el aeropuerto de Jerez sin ningún tipo de incidente, quitando que al ir a embarcar en Madrid por poquito me quedo en tierra porque no encontraba el DNI y me decían que tenía que volverme.
Llegamos a Praga, pasé por la aduana y una vez había pasado me veo venir como un rayo hacia mi dos guardias de metro ochenta y como dos puertas de un armario ropero. ¡Qué pasaaaaaa!. Se pueden imaginar el cuerpo que se me puso cuando los vi acercarse a mí y ponerse a toquetear la silla y a mí, mientras me gritaban algo supongo que en checo, porque que me maten si los entendía.
Por señas me decían que me levantara.
- Oiga, que no puedo levantarme.
Pero ellos a lo suyo, a toquetear y ahora me decían, siempre por señas, que levantara el culo. Toquetearon todo lo que les dio la gana, por supuesto que delante de mis amigos y toda la gente que estaba en el aeropuerto, que estaban pasmadas. Solo les faltó decir que me bajara el pantalón del chándal que llevaba, aunque sus manos habían descubierto que no llevaba nada ni en las partes más intimas. No me extrañaría nada que existiera algún video grabando porque la situación era para grabarla, aunque desgraciadamente a ningún compañero mío le dio por encender el aparatito.
En estas estábamos, en los toqueteos y cacheo de mi cuerpo y mi silla, cuando de pronto en medio de los nervios y todo se me encendió una lucecita.
- ¡Ya sé lo que buscan!.
De pronto me acorde que lo que buscaban era un juego de llaves Allen que llevaba debajo del asiento de la silla desde que la compré, por si los tornillos de la misma se aflojaban. Es un juego de llaves que trae la silla.
- Un momentoooooooo.
Les dije entre a gritos y moviendo las manos con aspaviento. Toque debajo del asiento de la silla hasta encontrar el juego de llaves y diciéndole que esperaran tire de ella porque estaba en su funda pegada al asiento con un velcro. Abrí la funda de tela y saqué las llaves y se las di.
Ellos cogieron las llaves y uno de los policías se las llevó mientras yo trataba de explicarle al otro policía por señas y en medio ingles de Sanlúcar de Barrameda que las llaves las necesitaba, mientras el no movía ni un musculo.
A los pocos minutos se acercó el otro guardia con las llaves en la mano y me las dio, pero sin ni siquiera molestarse en decir el clásico "sorry".
Por fin pude entrar en Praga toqueteado, sofocado, pero con mis llavecitas con mis llaves en la silla.
Yo decidí olvidarme del incidente, porque no se me ocurría que hacer, así que solo pensé…
- ¡Que los zurzan!.
Yo, que voy en una silla de ruedas, he decidido hace ya bastante tiempo que nunca viajaré a Estados Unidos, porque me temo que entre que uno es un poquito oscuro, con pinta de sudamericano y encima en silla de ruedas, que parece ser que es un arma de destrucción masiva, corro el peligro de quedarme en el aeropuerto mas de días de los que vaya a viajar, y como comprenderán no es plan. Tampoco crean que me ha apetecido mucho nunca.
Pero este video me ha hecho recordar una anécdota que viví en primera persona y que fue la que me hizo decidir que EEUU era muy peligroso para mí.
Fue hace unos años, no recuerdo cuando, decidimos unos amigos ir a Praga, una ciudad que por otro lado me pareció preciosa y en la que disfrutamos mucho. Comenzamos nuestro viaje en el aeropuerto de Jerez sin ningún tipo de incidente, quitando que al ir a embarcar en Madrid por poquito me quedo en tierra porque no encontraba el DNI y me decían que tenía que volverme.
Llegamos a Praga, pasé por la aduana y una vez había pasado me veo venir como un rayo hacia mi dos guardias de metro ochenta y como dos puertas de un armario ropero. ¡Qué pasaaaaaa!. Se pueden imaginar el cuerpo que se me puso cuando los vi acercarse a mí y ponerse a toquetear la silla y a mí, mientras me gritaban algo supongo que en checo, porque que me maten si los entendía.
Por señas me decían que me levantara.
- Oiga, que no puedo levantarme.
Pero ellos a lo suyo, a toquetear y ahora me decían, siempre por señas, que levantara el culo. Toquetearon todo lo que les dio la gana, por supuesto que delante de mis amigos y toda la gente que estaba en el aeropuerto, que estaban pasmadas. Solo les faltó decir que me bajara el pantalón del chándal que llevaba, aunque sus manos habían descubierto que no llevaba nada ni en las partes más intimas. No me extrañaría nada que existiera algún video grabando porque la situación era para grabarla, aunque desgraciadamente a ningún compañero mío le dio por encender el aparatito.
En estas estábamos, en los toqueteos y cacheo de mi cuerpo y mi silla, cuando de pronto en medio de los nervios y todo se me encendió una lucecita.
- ¡Ya sé lo que buscan!.
De pronto me acorde que lo que buscaban era un juego de llaves Allen que llevaba debajo del asiento de la silla desde que la compré, por si los tornillos de la misma se aflojaban. Es un juego de llaves que trae la silla.
- Un momentoooooooo.
Les dije entre a gritos y moviendo las manos con aspaviento. Toque debajo del asiento de la silla hasta encontrar el juego de llaves y diciéndole que esperaran tire de ella porque estaba en su funda pegada al asiento con un velcro. Abrí la funda de tela y saqué las llaves y se las di.
Ellos cogieron las llaves y uno de los policías se las llevó mientras yo trataba de explicarle al otro policía por señas y en medio ingles de Sanlúcar de Barrameda que las llaves las necesitaba, mientras el no movía ni un musculo.
A los pocos minutos se acercó el otro guardia con las llaves en la mano y me las dio, pero sin ni siquiera molestarse en decir el clásico "sorry".
Por fin pude entrar en Praga toqueteado, sofocado, pero con mis llavecitas con mis llaves en la silla.
Yo decidí olvidarme del incidente, porque no se me ocurría que hacer, así que solo pensé…
- ¡Que los zurzan!.
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